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la revolución del teletrabajo:

del desafío a la oportunidad

por Montse Cazcarra

Psicóloga en PsyAtWork

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Un antes y un después del teletrabajo. Algo revolucionario en nuestras vidas. Un cambio que, sin duda, recordaremos.

 

Esta es una de las consecuencias evidentes de los cambios que una parte considerable de la población ha tenido que aplicar para adaptarse a la situación excepcional que estamos viviendo.

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El teletrabajo, aquello de lo que habíamos oído hablar pero que a muchos nos quedaba lejos.

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Aquello que solamente contemplábamos como posibilidad para acabar el trabajo pendiente fuera de horas, o cuando nos encontramos en una situación excepcional como tener que cuidar de un hijo que no puede asistir un día al colegio por enfermedad.

Aquello que algunas organizaciones promovían bajo una imagen de innovación y visión de futuro, mientras que otras ni se planteaban, apostando por lo ya conocido.

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Aquello para lo que no estábamos seguros de poder llevar a cabo.

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Aquello que, a golpe de necesidad, hemos incorporado de la noche a la mañana y, en la mayoría de los casos, con más éxito del que se vaticinaba.

repensar nuestra forma de trabajar

Los retos que presenta el coronavirus son muchos y, a estas alturas, bien conocidos. Afectan a todos los niveles de la organización. Por lo que, hacer posible el teletrabajo ha requerido repensar la forma en que hasta ahora hemos hecho las cosas. Ha requerido cambios que, a priori, quizás nos daban cierto vértigo y que llevaban consigo dudas de todo tipo: 

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¿Seré capaz de concentrarme en casa?

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¿Mantendré la misma disciplina que en mi lugar de trabajo?

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¿Podré poner límites entre mis obligaciones del trabajo y los quehaceres propios de mi vida privada?

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¿Se adaptará mi equipo a trabajar de forma remota?

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¿Funcionarán los sistemas correctamente o la informática nos dejará “tirados”?

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¿Podremos comunicarnos con fluidez?

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Todas estas dudas se han ido resolviendo a medida que han ido pasando las semanas. No por casualidad, sino gracias a que hemos ido poniendo en marcha recursos y competencias para hacerlo posible y, con ello, quizás redescubriendo nuevas facetas o capacidades que desconocíamos que teníamos.

un antes y un después

Quizás hayamos descubierto que funcionamos perfectamente de forma autónoma; que somos igual de disciplinados como cuando estamos en la oficina; que el trabajo sale, y sale bien; que los equipos son igual de productivos…

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Pero es posible que también hayamos descubierto que el teletrabajo puede ser la respuesta a una mejor conciliación. Que nos regala tiempo – tiempo que típicamente dedicamos a los desplazamientos –. Que nos permite sentir que hacemos algo más que ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, un día tras otro.

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Con todo lo anterior, no es casualidad que muchos trabajadores hayan quedado gratamente sorprendidos por los beneficios del teletrabajo, y por lo bien que se han adaptado. Tampoco es casualidad que muchas organizaciones se estén planteando instaurar el teletrabajo de forma permanente. Incorporarlo como una opción más y no solo para momentos de crisis como las circunstancias en las que nos encontramos; sino como una alternativa que fomenta el bienestar de los trabajadores y todo lo que esto conlleva. Que no es poco.

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Ahora, tras unas semanas teletrabajando, vamos siendo más conscientes de los beneficios, pero también de los aspectos que nos hacen cojear; aquellas cuestiones que quizás deberíamos revisar y pulir para hacer del teletrabajo una mejor experiencia.

los retos de liderar de forma remota: oportunidades para los equipos

La situación actual requiere flexibilidad. Ya sea a la hora de establecer fechas límite como a la hora de exigir la misma celeridad de respuesta u horarios estrictos. Es posible que estemos en medio de una tarea y otro miembro de la familia requiera de nuestra atención. Quizás ahora no sea posible seguir apostando por cierto nivel de rigidez. Pero lo que debe importarnos son los resultados.

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A su vez, la flexibilidad puede resultar una aliada en tanto permite dejar de lado el estrés de fechas límite estrictas. Sin estrés, es posible que podamos visualizar las tareas con más perspectiva; algo que puede traducirse en mejores resultados.

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La confianza es otro factor clave. Mientras los supervisores pueden estar acostumbrados a tener la situación bajo control, a conocer cuál es la situación con solamente levantar la mirada o hacer una breve comprobación con su equipo; ahora, con el teletrabajo, estas prácticas están en jaque.

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Seguro que más de uno ha pensado que algún miembro está poniendo una lavadora o está hirviendo la pasta de la comida en ese momento. Y quizás sea así, y quizás no haya problema en ello porque ese trabajador entrega sus tareas y lo hace con la misma o con mejor calidad que antes.

 

Los coordinadores tienen a su disposición métodos de comunicación remota que mantienen al equipo “conectado”. Sin embargo, no es una práctica que sea conveniente realizar de forma sistemática, incluso si es en la misma medida que cuando lo hacían presencialmente, ya que puede interpretarse como micromanagement o como falta de confianza.

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Los managers y supervisores deben confiar en su equipo, en la capacidad de cada miembro de autogestionarse y, sobre todo, poner los resultados en el centro de su atención. Pero no debe ser confianza ciega, sino basada en la experiencia.

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Este punto, sin duda, promueve el desarrollo de cada uno de los miembros del equipo. De cierta forma, recae más peso sobre las espaldas de cada uno de ellos. Cada trabajador debe ser (todavía) más responsable de sus tareas y de los resultados que se esperan. Deben “volar solos”. Algo que al principio puede generar cierto vértigo pero que, sin duda, potencia competencias cruciales en el lugar del trabajo como la autonomía, la disciplina, la responsabilidad y la confianza en uno mismo. La confianza depositada en cada uno de los miembros del equipo les empodera y les hace sentir más valiosos.

La comunicación es un pilar fundamental para que todo lo anterior funcione. La comunicación, ahora más que nunca es clave. Ésta debe ser fluida, pero no constante. Todos queremos estar informados de lo que está sucediendo más allá de nuestra pantalla, sobre todo en momentos de incertidumbre como los que vivimos. Sin embargo, la sobreinformación nos satura, por eso debe ser clara a la vez que concisa. Reuniones con cierta frecuencia (probablemente acordada con el equipo o según criterio del manager) nos ayudarán a evitar el flujo constante de información.

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A la vez, es importante saber escoger el medio de comunicación adecuado para cada interacción. Quizás podemos dejar los e-mails para cuestiones relevantes pero que pueden gestionarse más tarde; mientras que usamos los sistemas de mensajería instantánea única y exclusivamente para resolver dudas rápidas y urgentes, o comunicar la importancia del e-mail que acabamos de mandar. De igual forma, si nos surgen dudas no urgentes, podemos anotarlas para resolverlas todas a la vez en una única llamada o durante la próxima reunión de equipo.

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hacia un futuro con mayor prevalencia del teletrabajo

Ahora ya sabemos de qué trata, lo hemos vivido en primera persona. Conocemos los beneficios y sabemos qué aspectos tenemos que pulir en relación a cómo gestionamos el teletrabajo.

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Empresas, managers y trabajadores. Para todos ha sido – y está siendo y será – un reto. Pero igual que en pocas semanas nos hemos puesto en marcha y nos hemos adaptado, podremos seguir adaptándonos y seguir desarrollando las competencias necesarias para adoptar el trabajo como una opción. Una opción muy válida que abre las puertas a una mayor conciliación y a un mayor sentimiento de satisfacción laboral. Una opción que se presenta como alternativa para contar con trabajadores con más tiempo, más felices y más empoderados.

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